Manifiesto
por una Juventud Anticapitalista, Socialista y Revolucionaria (Propuesta)
Fundamentos
Los jóvenes militantes de la LTS, los estudiantes de
la Agrupación ContraCorriente y las mujeres jóvenes de Pan y Rosas, junto a
jóvenes trabajadores y estudiantes de luchas como la del #YoSoy132, presentamos
este proyecto de manifiesto para ser discutido y enriquecido en las próximas
semanas hacia la construcción de una nueva y gran Organización de la Juventud
Anticapitalista, Socialista y Revolucionaria. Esta iniciativa no se gesta en la
última hora, en los últimos años hemos luchado al lado de los trabajadores del
SME contra el decreto de extinción de Luz y Fuerza del Centro, contra la
militarización desde la COMECOM y la CONACOM, por el derecho al aborto libre,
contra el feminicidio y el juvenicidio, por la igualdad de derechos para la
comunidad LGBTTI, contra la injerencia de la Iglesia en nuestras vidas y, recientemente
somos parte ahora del Movimiento #YoSoy132. La emergencia a nivel mundial de
cientos de miles de jóvenes que sin miedo salen a luchar contra la crisis
capitalista y los planes de ataque que el régimen político aplica en nuestro
país, nos lleva a darnos a la tarea de poner en pie una Juventud
Anticapitalista, Socialista y Revolucionaria al lado de decenas de compañer@s
que compartan con nosotros la perspectiva de barrer la sociedad capitalista de
una vez por todas, convencidos de que ésta no es reformable y de que sólo podremos
derribarla por medio de una estrategia, una práctica y un programa
revolucionario.
Queremos impulsar una Juventud que asuma las tareas
revolucionarias por venir, que se ponga a la altura de las nuevas circunstancias
y permita poner el potencial de los jóvenes a tono con los grandes procesos de
la lucha de clases que se avecinan. Vivimos nuevos tiempos: el regreso de una crisis
de enorme envergadura, de procesos revolucionarios y la amenaza de nuevas
confrontaciones militares. Para este escenario es que llamamos a los colectivos
estudiantiles, activistas independientes, estudiantes con los que hemos
confluido en manifestaciones y asambleas del Movimiento #YoSoy132, a todos los
jóvenes explotados por la sociedad capitalista, a aquellos con los que hemos
confluido en la lucha contra la militarización y en las últimas luchas de los
trabajadores, a discutir e impulsar de
conjunto, una Juventud Anticapitalista, Socialista y Revolucionaria. Hoy es una
tarea urgente para los jóvenes que hemos salido a luchar hacerse de una
estrategia, un programa revolucionario y una organización juvenil,
independiente y combativa desde donde impulsarlo. No queremos ser un colectivo
más, queremos impulsar una juventud que se juegue a convencer, que se apueste a
hacer la diferencia para vencer y confluir con lo mejor de toda una generación
en una perspectiva revolucionaria. Queremos
construir una alternativa que se haga parte de las luchas por frenar las
embestidas del capitalismo y sus agentes, una alternativa para conquistar codo
a codo con los trabajadores y sus luchas, las demandas más sentidas de los
trabajadores y el pueblo. Queremos una juventud que busque preparar en estas
luchas para las grandes batallas contra el capitalismo y destruir a este
sistema, en una perspectiva internacionalista y anti imperialista, de una vez
por todas.
Convencidos de que un nuevo escenario de la realidad nos llama a la
lucha revolucionaria, impulsamos este manifiesto a la luz de una crisis que ha
abierto un nuevo periodo de la lucha de clases. En el cual, los jóvenes venimos
saliendo a las calles de la mano de los trabajadores en contra de los
capitalistas, sus agentes en el gobierno y los grandes organismos financieros
como el FMI, el Banco Mundial o el Banco Central Europeo, que imponen sus planes para que sean los trabajadores y los
pueblos del mundo, y no ellos, quienes paguemos su crisis.
En el año 2008 estalló en los Estados Unidos una de las
peores crisis capitalistas de la historia, sólo comparable a la del crack de
1929. Esta nueva crisis muestra el ocaso de la ofensiva política, diplomática,
militar e ideológica del proyecto neoliberal de los años 80's que, encabezaban
Margaret Tatcher y Ronald Reagan, y que instrumentaron los organismos
financieros internacionales como el Banco Mundial y el FMI, que mediante el “Consenso
de Wahington” en América Latina y la administración de su (hoy declinante)
hegemonía imperialista, pretendió la resolución de la caída de la acumulación
capitalista iniciada en la década de los 70's por medio de una ofensiva salvaje
en el mundo del trabajo. Esta ofensiva se expresó por medio de la flexibilización
laboral, la restauración capitalista en los países de la ex Unión Soviética,
China y Europa del Este, el adelgazamiento de las conquistas sociales, las
privatizaciones de los sectores públicos y la devastación ambiental y ecológica.
Esta ofensiva tuvo su correlato ideológico por medio del discurso del “fin de
la historia” con el triunfo del “capitalismo global” de la democracia liberal y
el fin de los llamados “totalitarismos”, que mostraron como gendarme del mundo
a los Estados Unidos, vencedor incuestionable del nuevo periodo marcado por la
caída del muro y de la Unión Soviética.
Esta ofensiva salvaje no consiguió resolver la crisis de
acumulación que el capitalismo arrastra desde los años 70. Al contrario, el
capitalismo se encuentra en una fase declinante que hoy tiene efectos
catastróficos para la juventud, los trabajadores y el pueblo pobre, además de
llegar al límite de la devastación ambiental, casi de forma suicida para el
conjunto de la humanidad. A la fecha, ni los grandes salvatajes neokeynesianos
de billones de dólares, como los que implementaron los gobiernos imperialistas
de Obama y Merkel, ni los planes de ajuste que los gobiernos de Papandreu,
Rajoy y Cavaco han descargado sobre las espaldas de los oprimidos en Grecia,
España y Portugal, han resuelto esta crisis histórica que, además de tener su
epicentro en Estados Unidos, tiene hoy su pico más dramático en Europa y Asia:
desde fenómenos de suicidios colectivos frente a los efectos de la crisis como
en Italia, la inmolación de jubilados en Grecia, hasta el regreso del ludismo
en China. Hoy, en el quinto año de la crisis capitalista, Estados Unidos
atraviesa una recesión histórica y una de sus peores crisis de hegemonía;
China, el taller del mundo, luego de la restauración capitalista en los años
90, se encuentra en una desaceleración sin precedentes; y, Europa de conjunto,
padece una desaceleración que no tiene fondo y pone en crisis el proyecto de la
Unión Europea.
Esta crisis económica y su correlato político ha
abierto climas de inestabilidad ante los cuales surge una nueva e histórica
oleada de movilizaciones, luchas obreras y juveniles, demostrando que el “fin
de la historia” está lejos de llegar, que queda mucha historia por escribir y
que los jóvenes estamos dispuestos a hacerlo al lado de los trabajadores y el
conjunto de los explotados y oprimidos. Eso nos demuestran las luchas de los
jóvenes y trabajadores en Grecia, con sus más de 20 edificios incendiados, la
toma de escuelas, las más de 25 huelgas generales en contra de los planes de
ajuste del BCE y del gobierno de Papandreu, las experiencias de control obrero
en el Hospital Kiklis y del periódico Eleftherotypia. Lo muestra la indignación
callejera luego del asesinato del joven Alexis Grigoropoulos en 2008 que causó
una verdadera rebelión juvenil en las calles de Atenas, una juventud que luego
de luchar contra el Plan Bolonia ha venido radicalizándose codo a codo con la
clase obrera. En Inglaterra en el año 2011 los efectos de la crisis
capitalista, el racismo y las décadas de opresión y hacinamiento urbano
hicieron explotar la rabia de los jóvenes llamados por la prensa burguesa “riots”. Jóvenes que según la prensa
occidental “han perdido la fe en el futuro”, hijos de migrantes de origen
africano que incendiaron masivamente patrullas poniendo a temblar Tottenham,
Birmingham y el mundo entero, haciendo presente su rabia ante el asesinato por
la policía del joven negro Mark Duggan e impulsando una organización barrial
que ha puesto en jaque “la pacífica Inglaterra de la Reina Isabel”. También lo
muestran los miles de jóvenes franceses que acompañaron la huelga salvaje que
emprendieron los trabajadores contra la reforma a las jubilaciones y pensiones
del gobierno de Sarkozy en el otoño del año 2010, refrendando en las calles su
impronta pro obrera y encabezando las brigadas interfabriles en Paris. Una
juventud que antes del 2008, año de inicio de esta nueva crisis, estalló en
rabia en la Banlieu parisina incendiando autos y patrullas, producto
de la exclusión social de la población de origen magrebí, luego del asesinato
de Ziad Benna y Banou Traoré en la capital imperialista.
Dos años después de la manifestación de los riots en Inglaterra, la inmolación en diciembre de 2010 de Mohamed
Bouaziz, joven desempleado vendedor en un puesto de fruta en la plaza central,
mártir de la revolución tunecina, conmocionó a cientos de miles de jóvenes que
salieron a movilizarse en su homenaje y, motivados por el desempleo que padece
la juventud magrebí, iniciaron la “revolución árabe”. Esta juventud participó
de forma preponderante en la serie de movilizaciones que llevaron a la caída de
Ben Alí: decenas de miles de jóvenes de los barrios pobres realizaron multitudinarias
acciones de protesta a las afueras del palacio en dónde veían la representación
de la dictadura, en confluencia con la UGTT y el proletariado árabe de la zona
minero de Gaftsa, que expresó todas sus potencialidades conquistando la caída
de Ben Alí. Unos meses antes en Egipto, el asesinato de Khaled Said por una
golpiza a manos del gobierno de Hosni Mubarak en Alejandría despertó un malestar
organizado por la juventud egipcia cuyos índices de desempleo, al igual que en
Túnez, había llegado a 16 y 17 % según la ONU. Esta juventud confluyó con el
combativo proletariado textilero del Canal de Suez en Al Mahalla que había
encabezado una verdadera revuelta del hambre en el año 2008, protagonizando la
apertura de un proceso revolucionario que está lejos de cerrarse. En Plaza
Tahir los jóvenes organizados en las escuelas y en las fábricas organizaron
brigadas de autodefensa y de acciones en contra del gobierno. Las
organizaciones de aficionados a las instituciones deportivas, en Port Said, se
enfrentaron en la movilización contra la dictadura y aún después de la caída de
Mubarak, han continuado la lucha contra las fuerzas armadas protagonizando
hasta el día de hoy movilizaciones multitudinarias.
Los trabajadores y la juventud están muy lejos de ser derrotados a pesar de las
medidas desmovilizadoras como la junta militar, la convocatoria a nuevas
elecciones y una constituyente, mostrando el potencial del descontento
organizado.
En Chile a inicios del año 2011 el movimiento estudiantil rompió con
décadas de derrota a cuestas. En la cuna del neoliberalismo mundial, luego del
golpe de 1973, Chile concentró la movilización más importante del movimiento estudiantil
en el país. Los métodos radicalizados como la lucha callejera y las barricadas,
las tomas de escuelas y la solidaridad obrero-estudiantil con los trabajadores
mineros de la CODELCO, son la impronta de una juventud que lucha por conseguir
una educación pública y gratuita, cargando en sus espaldas el asesinato del estudiante Manuel Gutiérrez de 14 años durante las impresionantes
huelgas generales de agosto del año 2011. El movimiento
estudiantil chileno mostró enormes ejemplos de auto-organización y puso en pie
la autogestión de los colegios y liceos, donde el mejor ejemplo es el Colegio
Secundario A-90 de San Miguel gestionado por estudiantes secundarios y
trabajadores docentes.
Esta impronta juvenil se expresa también en el norte
del continente americano con la lucha de los estudiantes en Québec que pelearon
durante más de 130 días en una huelga contra el lucro en la educación. La huelga,
que estalló en febrero de 2012 y al mes de septiembre triunfó haciendo recular
al gobierno con su intentona de aumentar las tarifas en las universidades, ha
sido la más importante de su historia: 175 mil estudiantes en
las calles, más de 100 dependencias tomadas, barricadas en las plazas públicas,
más de 25 movilizaciones nocturnas, una primera huelga de sectores públicos en
unidad con los estudiantes y una multitudinaria marcha monstruo de más de 250
mil personas en el corazón de la tierra del Maple. Lo mismo el norte del continente americano nos sorprende con el
despertar de una juventud norteamericana en los “Ocuppy” en el epicentro de las
finanzas internacionales en Estados Unidos que lucha contra los grandes
capitalistas y banqueros que engordan sus cuentas mientras los trabajadores
empobrecen. Lo mismo en la península Ibérica los jóvenes Indignados del Estado Español, al grito de “No nos representan”,
vienen enfrentando el régimen nacido de las entrañas del franquismo,
protagonizando después la llamada “Primavera” Valenciana, participando de
manera activa en las últimas huelgas generales contra los planes de ajuste del
gobierno de Zapatero y de Rajoy, mostrando su impronta pro obrera en la
histórica marcha negra de los mineros de Asturias, descendientes del
proletariado minero de la Guerra Civil y la Revolución Española.
Es un hecho contundente que la juventud a nivel internacional viene participando de forma protagónica
en los procesos más importantes y avanzados de la lucha contra los efectos de
la crisis económica capitalista. Y es que, aunque estos escenarios
parezcan lejanos, en México también comenzamos a ver a una nueva juventud
combativa que se pone de pie a tono con la situación internacional. Con el
surgimiento del Movimiento #YoSoy132 una nueva generación de jóvenes ha salido
a las calles a cuestionar un proceso electoral manipulado que ha culminado con
la “imposición” fraudulenta de Enrique Peña Nieto, esto cuestiono la supuesta
"transición democrática" del 2000 y catalizo que se expresara el
descontento contra las políticas del régimen de conjunto, desde la ofensiva
militarista de la demencial “guerra contra el narcotráfico” que ha dejado más
de 80 mil muertos, hasta las políticas neoliberales y reformas estructurales en
materia de educación, salud, seguridad, hacienda y trabajo; haciéndose parte de
la solidaridad con los trabajadores en la lucha contra la reforma laboral,
impulsando incluso los métodos de la clase obrera como la necesidad de impulsar
paros nacionales contra la ofensiva patronal y del régimen. El surgimiento del Movimiento
#YoSoy132 abrió un nuevo proceso juvenil que ha encabezado manifestaciones
multitudinarias e impresionantes asambleas como en las Islas de Ciudad
Universitaria el 30 mayo, producto de un proceso de auto-organización en todo
el país, desde Cd. Juárez hasta Mérida, poniendo en pie un órgano central de
toma de decisiones, la Asamblea General Interuniversitaria, que ha convocado,
de la mano del FPTD-Atenco, a otros sectores como el SME, la CNTE y los pueblos
que luchan por su autodeterminación, a una Convención Nacional contra la
Imposición, que al día de hoy ha celebrado dos encuentros, el primero en San
Salvador Atenco y el segundo en Oaxaca, confluyendo con un gran espectro de
sindicatos, organizaciones sociales y campesinas, pueblos que luchan por su
autodeterminación y activistas y luchadores de todo el país.
Ante el fraudulento regreso del PRI, nos encontramos ante un régimen que
en medio de la crisis capitalista y la subordinación al imperialismo
norteamericano, no podrá apelar a la
bonanza ni a la legitimidad, que recurrirá continuamente al autoritarismo y la
antidemocracia para continuar con la ofensiva neoliberal e imponer la agenda
imperialista, económica, militar y política; un régimen que ante el estancamiento
económico impondrá las reformas estructurales, desde la reforma laboral, la
hacendaria, la energética y hasta de seguridad nacional, con miras a aumentar
los lazos de subordinación al vecino del norte. Ante la embestida en puerta y
las luchas que han marcado la escena nacional e internacional, nuevos procesos
de lucha mucho más profundos y combativos traerán a escena a los trabajadores y
sus organizaciones, lo mismo que a sectores amplios del pueblo pobre, campesino
e indígena. Para los tiempos que vienen es urgente la tarea de impulsar una
Organización Juvenil Revolucionaria, Anticapitalista y Socialista sin
precedentes recientes en México que siente las bases de una nueva tradición,
que retome las mejores lecciones de las luchas obreras y populares del pasado y
del movimiento estudiantil y, que defienda su independencia política de todos
los partidos patronales y las organizaciones que se subordinan a las
direcciones pro-burguesas y reformistas como la de López Obrador. Una juventud
que deposite su confianza en sus propias fuerzas y que ponga a disposición de
una perspectiva revolucionaria toda su creatividad, su dinamismo y entrega. Estamos ante la posibilidad de poner en pie una gran
juventud que haga la diferencia con las banderas de la revolución, el
anticapitalismo y el socialismo. La juventud estudiantil y trabajadora que por
miles ha salido a luchar hoy en México requiere un programa revolucionario y
una estrategia para vencer. Si en los últimos años los trabajadores y el pueblo
pobre sufrimos varios golpes y derrotas, responsabilidad de direcciones que
impulsaron una estrategia política para no ganar, hoy es necesario prepararse bajo
una estrategia y un programa que se juegue a la victoria en los combates por
venir en la lucha de clases.
Los objetivos estratégicos de una juventud revolucionaria requieren del
esfuerzo de varias generaciones para llegar a su cumplimiento, pero para eso
hay que dar un fuerte primer paso y darlo hoy en el marco de una crisis que
despierta un nuevo ascenso de la lucha de clases a nivel internacional, nos
presenta condiciones favorables para la acción de los que nos reivindicamos
revolucionarios. Pensamos que el
Movimiento #YoSoy132 y su lucha contra la antidemocracia en México abre un nuevo
fenómeno de lucha juvenil y callejera de largo aliento, con el cual se abre el
camino también a la lucha de los estudiantes, como ya se expreso con rechazados
de la educación superior y las normales en el país, la lucha de los estudiantes
del bachillerato como el CCH Naucalpan contra las medidas represivas en la
UNAM, la huelga de los estudiantes de la UACM contra las maniobras fraudulentas
de la rectoría y otras luchas. De estas luchas y las futuras, queremos confluir
y avanzar con lo mejor de nuestra generación en una perspectiva
revolucionaria, que quiera barrer las cadenas del capitalismo de una vez por
todas. Para tal efecto, ponemos a disposición la
siguiente propuesta política y programática y convocamos
a todos aquellos compañer@s jóvenes que tengan acuerdo con la necesidad de
impulsar una Juventud Revolucionaria, Anticapitalista y Socialista, a discutir
la siguiente propuesta política y programática, como base para echar a andar
esta nueva juventud.
Una Juventud que luche
contra la antidemocracia del régimen de la transición pactada
Pensamos que el movimiento juvenil #YoSoy132, nacido de la lucha contra
esta democracia degradada, contra el régimen de la falsamente llamada
“alternancia democrática”, debe hacerse consciente de que la estrategia y la
política de partidos patronales como el PRD o la dirección de MORENA, que ha
querido encasillar la lucha dentro de las “opciones y salidas” que ofrece el
régimen y las instituciones, no puede responder a nuestros intereses ni
resolver nuestras demandas, pues es parte del mismo régimen al que nos
enfrentamos. Los límites de estas direcciones reformistas hablaron por sí
mismas en 2006, enarbolando una estrategia de movilización civil y pacífica,
que depositó su confianza en las instituciones del régimen como el IFE y el
entonces TRIFE. Esta política reformista, que es claudicante para las demandas
democráticas del pueblo, es desastrosa para el movimiento obrero. Un ejemplo de
ello es la lucha del SME contra el decreto de extinción de Luz y Fuerza del
Centro y la reinstalación de más de 44 mil trabajadores y 20 mil pensionados
que, en lugar de retomar los métodos históricos de la clase trabajadora, como
la huelga y la lucha callejera, a través de los acuerdos con la dirección
subordinaron la causa de los trabajadores del SME a la estrategia de resistencia
civil y pacífica, que deparo en la política de llamar a votar por AMLO en 2012,
rompiendo con la independencia de clase y llamando a los trabajadores a confiar
en el Congreso, los gobiernos locales y el federal, sin obtener hoy día la
resolución de sus demandas.
Luego de las elecciones fraudulentas, se muestra como para defender las
más elementales libertades democráticas, como el derecho al voto, tenemos que
enfrentar frontalmente a las instituciones como el TEPJF y el IFE, nacido del
fraude del ’88, creado por el gobierno de Salinas para legitimarse y preparar
un supuesto “árbitro” democrático que mediara entre los partidos políticos de
la burguesía, tratando de evitar nuevos procesos de lucha contra las prácticas
fraudulentas del PRI, garantizando la antidemocracia del régimen que han
pretendido maquillar con la supuesta "transición democrática" del
2000. Estas mismas instituciones, el IFE y el TEPJF, de la mano de las figuras
del régimen, fueron los encargados de legitimar el fraude electoral del 2006 y,
aún más, de otorgarle la mayoría al PRI en el Congreso en este proceso
electoral de 2012.
Cada vez que el capitalismo comienza a ser enfrentado por los explotados
y oprimidos, cuando la dictadura de la burguesía, disfrazada de democracia, es
cuestionada por los trabajadores y la juventud, cuando las libertades
democráticas le estorban al régimen burgués, éste emprende una ofensiva contra
ellas mismas y las elimina. Ha sido así siempre, ejemplo de ello es que hoy,
cuando la burguesía necesita “imponer” al gobierno que más le favorece, no se
respeta ni siquiera el derecho a depositar en una urna un pedazo de papel para
“elegir” a candidato o partido alguno. El papel de las instituciones que
"dicen" garantizar estos derechos, no es otro sino el de encajonar las
luchas por conquistarlos en los propios marcos del régimen y las instituciones
que por la vía de los hechos, nos los niega de manera sistemática y maquillada.
Sólo sobre las ruinas de estas instituciones podemos garantizar el respeto de
los derechos y libertades democráticas más elementales que este sistema nos
arrebata.
Para seguir dando estas peleas y conseguir nuestras demandas, es
indispensable mantenernos independientes políticamente de los partidos
patronales y sus instituciones. Es fundamental impulsar la unidad de los
sectores en lucha que padecen los planes del gobierno y los partidos del
congreso, como la CNTE, los mineros, el SME, Atenco y otras luchas, así es que
podremos enfrentar de manera contundente a la antidemocracia del régimen.
Preparándonos para encarar los planes que ya se perfilan contra los jóvenes y
el pueblo trabajador, expresados en la continuidad de la militarización y las
reformas estructurales, luchando porque los sindicatos, las organizaciones
obreras y campesinas y el movimiento social de conjunto, abracen un programa y
una política independiente, es que podremos detener y enfrentar con golpes
contundentes al régimen y las instituciones que lo sostienen.
Desde el #YoSoy132 se cuestiono la antidemocracia que impera en este
país, desde esta Juventud llamamos a continuar la lucha al grito de ¡¡Abajo el
IFE y el TEPJF, cómplices y sostén de esta democracia ultra degradada!! Junto a
ello el #YoSoy132 enarbolo la denuncia de que son los monopolios de los medios
de comunicación masiva los que han que han jugado un papel preponderante en la
legitimación de la política de estas instituciones. Los medios como Televisa y
TVAzteca, sus repetidoras locales y brazos como Milenio, RadioFórmula, entre
otros, manifestaron en el reciente proceso electoral su más pleno acuerdo con
la imposición de un candidato que diera continuidad a la ofensiva contra la
clase trabajadora y la política de militarización. A través de la manipulación
mediática, la reproducción de los resultados de encuestadores imparciales y
declaraciones previas al conteo rápido del TEPJF sobre el resultado electoral, la
difamación y criminalización de toda oposición al discurso oficial, estos
medios han demostrado su fidelidad a los intereses de las clases dominantes, la
burguesía y sus partidos patronales.
Por ello para conquistar efectivamente el derecho a la libertad de
expresión y de información como lo planteo el #YoSoy132, hay que llevar hasta el
final la lucha por la democratización de los medios masivos de comunicación y
luchar por la expropiación y la nacionalización bajo control de sus
trabajadores de los grandes monopolios mediáticos como Televisa y TV Azteca,
que secuestran estos derechos convirtiéndolos en un gran negocio puesto al
servicio de seguir sosteniendo y suavizando la antidemocracia del régimen. El
mejor método para arrebatarle el monopolio de la comunicación a la burguesía es
la toma efectiva de todas las cadenas de televisión, radio, prensa, poniéndolos
al servicio de los trabajadores, el pueblo pobre y sus luchas. El mejor ejemplo
de ello lo vimos en México en el estado de Oaxaca en el año de 2006 cuando la
COMO (Coordinadora de Mujeres, parte de la APPO) expropió en los hechos el
canal 9 de la televisión pública para ponerla a disposición de la lucha del
magisterio contra Ulises Ruiz. Esta es la mejor forma para luchar contra el
monopolio de la comunicación y la información que manipula a los jóvenes,
trabajadores y sociedad en su conjunto para mantenerse en el poder.
En México, producto de la centralización de los medios de comunicación e
información existen decenas de medios comunitarios e independientes en las
comunidades indígenas, localidades apartadas en todo el país que hay que
defender ante la intentona del régimen por desaparecerlas a ellas y a quienes
las impulsan. La represión a quienes osan en tomar parte del espacio
radioeléctrico de manera independiente ha sido cruenta. Hay que defender el
derecho a poner en pie medios de comunicación independientes como una trinchera
donde las organizaciones obreras, estudiantiles, campesinas, indígenas y juveniles
puedan contrarrestar la ofensiva ideológica de los grandes medios de
comunicación. Una Juventud que retome
las lecciones de la historia del movimiento estudiantil Esta nueva generación de jóvenes que ha salido a luchar
por todo el mundo, de Túnez y Egipto, a Quebec, pasando por España, WallStreet,
Chile y México, debe retomar las lecciones de la lucha que dieron los jóvenes y
estudiantes que nos precedieron, como el Mayo Francés, la Primavera de Praga,
el Cordobazo argentino, los sengakuren japoneses,
la SDS alemana, el estudiantado de Berkley, el estudiantado que se opuso contra
la guerra de Vietnam en Estados Unidos, la juventud irlandesa contra la
ocupación inglesa y la juventud pro obrera que puso en pie el CNH en el 68'
mexicano.
De las luchas de los los años 60's y 70's podemos
rescatar los mejores métodos y lecciones para las luchas del presente. La autoorganización,
basada en la democracia directa, el mandato de asamblea y la votación de
delegados revocables, fue un método que los jóvenes retomaron del movimiento
obrero. Lo pudimos ver en el CNH mexicano, los comités de huelga en Francia y
el estudiantado francés que se unió la toma de las fábricas de la Citröen y la
Peugot junto con los trabajadores el 22 de mayo de 1968, los comités obrero
estudiantiles de huelga en Japón contra el imperialismo norteamericano y la
ocupación en Okinawa, o los comités antiimperialistas irlandeses. Se expresó en
la independencia política del estudiantado y la juventud y su vinculación con
el movimiento obrero, como la lucha codo a codo con los ferrocarriles en los
50's, retomando la liberación de Demetrio Vallejo en México.
El internacionalismo expresado en las movilizaciones
del estudiantado mexicano en solidaridad con la Revolución Cubana, el
estudiantado norteamericano y francés contra la Guerra en Vietnam, la lucha de
la juventud por la liberación del pueblo argelino de la metrópoli francesa, la
lucha juvenil contra la imposición de las dictaduras en América Latina, es una
de las grandes lecciones que debe retomar una juventud que se prepare para las
luchas del presente. De los años 60 surgieron un sin número de corrientes
políticas que lucharon por la revolución. La juventud de esos años tomó
conciencia de que no se puede vencer sin una organización revolucionaria. Es
decir, una de sus lecciones es la organización política de la vanguardia
estudiantil revolucionaria que se planteara la perspectiva de una juventud más
allá de las universidades en la perspectiva de la revolución socialista.
En México, además, hay que recurrir a las lecciones de
la Huelga de la UNAM del ´99 que luchó durante más de nueve meses en defensa de
la educación gratuita, enfrentando los planes del FMI y del Banco Mundial,
preservando el mecanismo democrático legado por el ’68 y conquistando al mismo
tiempo la independencia de los partidos políticos del congreso como el PRD, de
fuerte influencia en el movimiento estudiantil en aquel momento. De esa gesta
histórica surgió un crisol de organizaciones estudiantiles, entre ellas
ContraCorriente, con las cuales vimos desarrollarse una fuerte lucha política
por darle un destino triunfante a la lucha. Contracorriente fue parte de una
generación que en 1999 cuestionó la transición pactada y retomó, como uno de
sus objetivos estratégicos, la lucha por la revolución socialista que, para ese
entonces, era visto por los intelectuales del régimen y de la centroizquierda
como una lucha anticuada y desfasada de la historia.
De todas estas luchas recuperamos el internacionalismo
y el anti imperialismo, la autorganización democrática desde la base, la
independencia política de los partidos patronales del régimen, la necesidad de
luchar codo a codo en unidad con los trabajadores, de organizarnos
políticamente y de la lucha política entre corrientes y tendencias que, lejos
de debilitar al movimiento estudiantil, lo fortalecen. Nos consideramos
herederos de estas lecciones históricas y parte de una nueva generación de
jóvenes sin miedo que sale a luchar y a ponerse a tono con los nuevos procesos
de la lucha de clases y las discusiones estratégicas por venir.
Una Juventud que luche
contra la militarización, el feminicidio, la criminalización y la persecución a
luchadores sociales
La lucha contra la antidemocracia debe retomar con todo la lucha contra
la militarización del país que ha sido implementada con el pretexto de una
supuesta “guerra contra el narcotráfico y la delincuencia organizada” que
maquilla la subordinación en materia económica y seguridad nacional a los
mandatos del gobierno estadounidense que busca a través de estas políticas
recuperar hegemonía en Latinoamérica. A través de tratados y alianzas como el
Plan Puebla Panamá, el Plan Mérida, la Alianza para la Seguridad y Prosperidad
de América del Norte, se ha emprendido una ofensiva militarista en Centroamérica
que da continuidad a la ofensiva en el Cono Sur que dio inicio con el Plan
Colombia. Esta nueva ofensiva favorece los lazos de subordinación de México a
Estados Unidos, como bastión para impulsar una estratégica de sobreexplotación
de recursos energéticos, naturales y su libre comercio por el hemisferio,
además de contener la protesta social.
La creciente injerencia de agencias estadounidenses de seguridad como la
CIA, el FBI, la ATF implicados en el lavado de dinero de los cárteles de la
droga en operaciones como “rápido y furioso”, la instalación de la Oficina del
Sistema Interamericano contra el Crimen Organizado en México a través de la
PGR, el fortalecimiento del Comando Norte y los millones de dólares asignados a
través del Plan Mérida a la militarización del país advierten los objetivos
estratégicos de la política de Seguridad Nacional que ha impulsado el régimen
de conjunto desde los gobiernos federales de Fox y Calderón, con el acuerdo de
los gobiernos locales y el Congreso. Desde la aprobación de la Ley de Seguridad
Nacional en 2005 hasta la intentona de reforma de la misma en 2011, el régimen
ha demostrado su plena disposición a aumentar los lazos de subordinación y su
intransigencia respecto de una política que, lejos de combatir las grandes
ganancias del narcotráfico, ha dejado el país colmado de cadáveres y
desaparecidos.
La salida de los militares a las calles, la cada vez mayor injerencia de
las fuerzas armadas en la política, la militarización de las policías estatales
y municipales, la implementación de operativos conjuntos en todo el país, el
fortalecimiento del CISEN y la plena potestad en materia de seguridad de un
Consejo de Seguridad que otorga facultades a los poderes ejecutivo y judicial
por encima del legislativo, recorta por la vía de los hechos libertades
democráticas elementales sentando condiciones óptimas para la persecución,
represión y asesinatos de luchadores sociales, periodistas y defensores de
derechos humanos. Los asesinatos de las luchadoras contra el feminicidio en Cd.
Juárez como Josefina Reyes Salazar y los consecutivos asesinatos y
desapariciones de su familiares, de Susana Chávez o Marisela Escobedo; el
asesinato de luchadores del MPJD como Don Trino de Ostula, Nepomuceno
Moreno o Pedro Leyva, de estudiantes activistas como Carlos Sinuhé Cuevas Mejía
de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM o los normalistas de
Ayotzinapa, son claros ejemplos de ello. Algunos de estos asesinatos fueron
cometidos por grupos paramilitares, en complicidad con las autoridades locales
o bien por encargo directo de éstas, como denunciaba el año pasado la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos.
La militarización golpea duramente, además, a los trabajadores, las
mujeres, los jóvenes y migrantes ilegales. Ha traído consigo, el incremento
alarmante del fenómeno del feminicidio en más de un 500%, así como su extensión
a nivel nacional y el fortalecimiento de las redes de trata y la prostitución
forzada. Bajo la sombra de la militarización han aparecido fenómenos barbáricos
como el juvenicidio, las masacres de jóvenes en los barrios pobres de las
ciudades militarizadas del norte del país como en Villas de Salvarca y ha
crecido el secuestro y asesinato de migrantes centroamericanos de paso hacia
Estados Unidos. Casos donde las denuncias de participación y colusión de la
Policía Federal, el ejército o el Instituto Nacional de Migración con las
bandas del narcotráfico abundan. Las fosas comunes de San Fernando en
Tamaulipas y en Durango arrojan indicios del cruento fenómeno de las
desapariciones que han aumentado a 24 mil a nivel nacional.
Para poner un freno de emergencia y conquistar la desmilitarización del
país, es necesario impulsar una política decidida que urja a los sindicatos, las
organizaciones obreras y populares, lo mismo que a los defensores de derechos
humanos a que retomen la lucha contra la militarización como un eje
programático de primer orden contra el régimen de conjunto que a través de los
gobiernos federales, locales y el Congreso aplica planes en nuestra contra para
seguir arrebatando nuestros derechos y conquistas. Sin embargo, lejos de ello
el fraudulento e impuesto gobierno de Peña Nieto planea continuar y profundizar
la militarización de la mano de personajes lúgubres como el asesor colombiano
Oscar Naranjo, autor de la paramilitarización de la lucha “contra el
narcotráfico” bajo el Plan Colombia en aquel país.
Solamente la desmilitarización inmediata del país propiciará el
cese al juvenicidio, el feminicidio, las desapariciones, la persecución y los
asesinatos de luchadores sociales, periodistas y defensores de derechos
humanos. Frente a los carteles, sus fuerzas paramilitares y la militarización
que se hace cada vez más profunda, la única salida para preservar la integridad
de los trabajadores, la juventud y el pueblo es la organización de comités de
autodefensa, a partir de las organizaciones obreras, estudiantiles y populares
que se planteé, además, emprender esta lucha en una perspectiva
internacionalista. La lucha contra la militarización en México es una lucha
contra la militarización hemisférica. Desde la frontera del maple, pasando por
el Río Bravo y el Suchiate, el Canal de Panamá y las islas del Caribe, desde Bogotá
hasta Montevideo, la lucha contra la militarización y la injerencia
imperialista del vecino del norte tiene que ser concebida como una lucha más
allá de las fronteras nacionales. Toda lucha por la defensa cabal de los
recursos energéticos, los metales y minerales, desde Chile hasta Coahuila y Texas,
es una lucha contra estos planes que justifican la militarización de nuestras
vidas. Es urgente, además, que la lucha contra la militarización sea impulsada
por la clase trabajadora norteamericana desde las entrañas del monstruo
imperialista.
Todo el proletariado de América tiene que hermanarse en torno al grito ¡Por
la cancelación inmediata de todos los planes de subordinación a Estados Unidos
de México y América Latina! ¡Cancelación del Plan Mérida, la ASPAN, el Comando
Norte, la Cumbre de las Américas! ¡Por la disolución del Instituto de
Migración! En México, es urgente plantar ¡Alto a la militarización del país!
¡Por la derogación de la Ley de Seguridad Nacional, la desaparición de las
policías militarizadas y de mando único, por el regreso inmediato de las
fuerzas armadas a los cuarteles!
Sin embargo no bastará con esto: hay que retomar la consigna de la
disolución de los cuerpos represivos que se conquistará integra y efectivamente
con la disolución del Estado burgués y su aparato represivo que detenta el
monopolio de la violencia. Una juventud que se prepare en una perspectiva
revolucionaria para vencer, debe desconfiar de la posibilidad de humanizar a
las fuerzas represivas, cuya función central en el estado burgués es la defensa
de la propiedad privada. La humanización de las cuerpos represivos que plantean
las direcciones políticas como la de AMLO y el PRD, dejan de lado impunemente
que los policías y los militares no son trabajadores, ni pueden ser nuestros
aliados, por el contrario, son el brazo armado que se encarga de reprimir toda
oposición a los planes de los capitalistas contra los trabajadores o los
intentos por subvertir este orden fundado en la explotación y la opresión. Todo
el repudio a los cuerpos represivos, a la Policía Federal, responsable de la
represión al CGH, las violaciones y torturas en Atenco y el Ejército asesino,
deben ser denunciados como los principales orquestadores de miles de muertes,
desapariciones y violaciones a derechos humanos.
Una Juventud que pelee por
la legalización de las drogas
Para desarticular los grandes negocios de los capos de la droga y su
cadena de complicidad con las autoridades, el gobierno y los empresarios
“legales” y terminar contra la supuesta “guerra contra el narco”, que es el
gran pretexto de la militarización, es necesario luchar por la legalización de
las drogas. Es la única manera de evitar que la juventud y el pueblo pobre sean
criminalizados como el “eslabón más débil del narcotráfico” y acusados de sicarios
o narcomenudistas. Mientras no se conquiste la legalización de las drogas, los
jóvenes seguiremos siendo encarcelados y perseguidos, mientras los grandes
jefes del narcotráfico gozan de libertad y de millonarias ganancias, producto
de la protección y complicidad de las autoridades en el ejército, la Policía
Federal y los distintos órdenes de gobierno, responsables de las decenas de
miles de muertes y desapariciones.
De la misma forma la legalización de las drogas debe comprender la
despenalización del consumo. El Estado no puede seguir decidiendo qué hacemos o
no con nuestro cuerpo. Ésta es una forma más de la opresión a la que nos somete
el sistema capitalista que, lejos de preocuparse por la drogadicción como un
problema de salud a atender entre la juventud, nos penaliza por usar drogas con
fines recreativos, a la par que nos niega toda posibilidad de acceso a la educación,
la cultura, la recreación y la diversión. Impulsando la lucha por la
legalización de las drogas podemos cuestionar las ganancias extraordinarias
obtenidas por los cárteles a través de la distribución ilegal y el dominio que
los mismos ejercen sobre amplios sectores de la juventud. Ganancias de las que
se benefician además los funcionarios, desde alcaldes, gobernadores,
legisladores, mandatarios, que participan de las grandes operaciones de lavado
de dinero a través de grandes bancos como HSBC que facilitan, como ha sido
denunciado en reiteradas ocasiones, las trasferencias de millones de dólares
provenientes del lavado de dinero del narco hacia países como Estados Unidos o
Inglaterra. Esta demanda debe ir acompañada con el ataque directo a las redes
financieras del lavado de dinero, con una lucha por la expropiación y
nacionalización de las propiedades y cuentas millonarias de los grandes
narcotraficantes, sus socios-cómplices en las empresas legales y las
autoridades encubridoras.
Una juventud por los
derechos de las mujeres y de la comunidad sexodiversa, contra la
injerencia de la iglesia en nuestras vidas
Durante
los últimos años los partidos patronales han impulsado una reaccionaria
ofensiva contra la laicidad de la vida pública y política, que ha consistido en
liberar las restricciones para la participación del clero en asuntos de
política y vida pública, robusteciéndolo para defender su reaccionaria agenda
en relación al aborto, la sexualidad, la familia patriarcal y heterosexual y
así fortalecerse frente al avance de otras religiones que amenazan su gran
negocio de la “fe”. Se trata de toda una serie de ataques a la laicidad de la
vida pública, de concesiones reaccionarias hechas al catolicismo por el régimen
político durante los últimos 20 años y, con ello, de un fortalecimiento de los
ataques contra los derechos elementales de las mujeres y de la comunidad
LGBTTI.
Entre estos ataques, se encuentran la reforma al artículo 24
constitucional concedida a la iglesia en el preámbulo del proceso electoral;
las retrógradas leyes antiaborto que criminalizan y condenan hasta con 35 años
de prisión la decisión de las mujeres sobre su cuerpo y la maternidad; el
rechazo a la promoción de la educación sexual en las escuelas negando el
derecho al matrimonio a la comunidad LGBT, promoviendo la homofobia y creando
condiciones aptas para el incremento de los crímenes de odio. Al mismo tiempo,
el gobierno permite el enriquecimiento de los grandes jerarcas de la iglesia, algunos
incluso bajo sospecha por lavado de dinero, vía las narco-limosnas, y se ha
cobijado a pederastas y violadores católicos como Marcial Maciel. Esto a cambio,
de que la iglesia, de gran influencia política y social en México, avale
medidas como la militarización y los ataques a los derechos del pueblo pobre y
trabajador.
Hay que desenmascarar el papel reaccionario que ha jugado la iglesia
como garante e ideólogo de los intereses y privilegios de las clases dominantes
en contra de los explotados y oprimidos, como el ejemplo del sinarquismo y el
movimiento cristero, férreos opositores de la revolución mexicana y todo lo
relacionado con ella. A la denuncia del rol reaccionario de la iglesia, la
discriminación y la intolerancia hipócrita que promueve, hay que sumar el
combate por el derecho al aborto libre, gratuito y seguro en todo el país, por
la excarcelación de las mujeres presas por abortar, por tirar las leyes
antiaborto, por la igualdad de derechos para la comunidad sexo diversa, por el
fin de los crímenes de odio a la comunidad LGBTTI y por el juicio y castigo a
los curas pederastas y violadores, lo mismo que para quienes los encubren desde
el gobierno o la alta jerarquía católica.
Una Juventud que luche por
el acceso irrestricto a la educación pública y gratuita y por una
universidad al servicio de los trabajadores y el pueblo
Producto de una ofensiva desatada durante los últimos 20 años en contra
de la educación pública y gratuita, somos cientos de miles de jóvenes quienes
no encontramos un lugar en la educación pública y gratuita, 521 mil durante el
último examen de admisión, viéndonos excluidos de la educación universitaria y
media superior y obligados a engrosar las filas de los más de siete millones de
jóvenes que no tienen acceso a la educación ni al empleo.
Esta creciente exclusión que nos afecta a los hijos de la clase
trabajadora, el campesinado y el pueblo pobre es resultado de una enorme
ofensiva que ha consistido en la aplicación de exámenes filtro como el de
COMIPEMS, recortando por esta vía las matrículas de las universidades y
escuelas públicas de bachillerato, incrementando a la par las cuotas y cobros
ilegales dentro de las mismas. A la par en las universidades se han puesto los planes de estudio a tono con
las necesidades y demandas de los capitalistas y organismos financieros como el
Banco Mundial y el FMI, entregando además las investigaciones que se producen
dentro de las aulas a grandes transnacionales con las que se firman acuerdos de
“colaboración” e investigación conjunta. Con todo esto los favorecidos no hemos
sido, por supuesto, los millones de jóvenes del país, sino las empresas
privadas que durante estos años de golpes a la educación pública han
incrementado sus ganancias, convirtiendo el derecho a la educación en un jugoso
negocio. Es el caso del CENEVAL, encargado de los exámenes de exclusión de la
educación pública y gratuita, y el ingreso a las escuelas privadas que atienden
el 30% de la demanda de educación, beneficiadas de las becas otorgadas por el
gobierno para dichas escuelas, apropiándose de los recursos que debieran
dirigirse a fortalecer el sistema público de educación.
Por esto es fundamental que los jóvenes estudiantes y quienes han sido
privados de la educación, luchemos de manera conjunta por el incremento del
presupuesto educativo y el acceso irrestricto a la educación media y superior
además de la defensa plena del derecho a la educación pública, gratuita y laica
para los trabajadores, campesinos, el pueblo pobre y sus hijos. Esto sólo se
garantizaría hasta el final con el no pago de la deuda externa, la imposición
de impuestos progresivos a las grandes fortunas, la expropiación de todos
aquellos empresarios que han engordado sus carteras producto de arrebatarnos
nuestro derecho a la educación y el recorte sistemático de los enormes sueldos
y gastos de la alta jerarquía de las autoridades universitarias. Para conseguirlo
es preciso retomar el ejemplo de los compañer@s estudiantes de Chile y Canadá
que han confiado en la movilización callejera y sus métodos de lucha, como la
toma de colegios y universidades, defendidas por la vía de la autodefensa
contra la represión.
La educación universitaria tiene que estar puesta al servicio de los
trabajadores y el pueblo, poniendo el conocimiento e investigaciones realizadas
en sus aulas e institutos al servicio de sus necesidades, para garantizar el
acceso irrestricto al conocimiento y la cultura que hoy es privilegio de unos
cuantos. Para conseguir este objetivo es necesario pelear porque las
universidades tengan una organización acorde con él. De ahí que luchamos porque
los trabajadores, los académicos y los estudiantes seamos los encargados de
definir el rumbo que toman las universidades. Es así como podemos implementar
medidas tales como la existencia de comedores y centros de fotocopiado
subsidiados, el diseño de los planes de estudio, de difusión de la cultura e
investigación, el otorgamiento de becas, el incremento de la matrícula y toda
aquella medida que garantice la gratuidad y el carácter publico de la educación.
Con esta perspectiva es que consideramos que hay que participar dentro del
movimiento estudiantil, pero para ir más allá, en la lógica de poner esfuerzos
al servicio de que surja al seno del mismo, un ala pro obrera, revolucionaria,
internacionalista y antiimperialista.
Desde la agrupación estudiantil ContraCorriente, hemos dado esta pelea
durante ya trece años en el movimiento estudiantil, dando luchas políticas
porque cada vez más compañer@s asuman este reto. Pero también rescatando las
ideas que sirvan de base al surgimiento de esta ala revolucionaria en el seno
de estudiantado, es decir, el marxismo revolucionario, impulsando para ello la
Cátedra Libre Karl Marx durante ya ocho años, desde donde hemos enfrentado a
los ideólogos de la burguesía que trataron de enterrar su arsenal teórico y
político.
Desde esta juventud intentaremos poner en pie dentro del movimiento
estudiantil una generación dispuesta a ligar sus destinos y sus luchas a las de
los trabajadores, los campesinos y el pueblo pobre, asumiendo sus batallas como
propias y que recuperando la tradición y enseñanzas de los movimientos
estudiantiles de los 60’s y 70’s, pase “del cuestionamiento de la
universidad de clase al cuestionamiento de la sociedad de clases”.
Una juventud que luche
contra la precarización del trabajo juvenil y los planes para hacernos pagar la
crisis económica
Millones de jóvenes somos arrojados sin más de las universidades y
escuelas orillados al desempleo junto con los 75 millones de jóvenes
desempleados a nivel internacional, 12.7% de la población juvenil y poco más de
7 millones a nivel nacional, 9.1% de la juventud, producto de la crisis
económica del 2008 continuada y agravada durante ya cinco años. De esta manera somos
empujados a un mercado laboral en el que, cuando trabadamente logramos
encontrar un empleo, es bajo condiciones de total precarización, en que se nos
niegan los derechos elementales por los que la clase trabajadora ha luchado
durante decenas y decenas de años y que actualmente el gobierno en complicidad
con la burocracia sindical nos quieren arrebatar.
Este régimen nos impone trabajos en que somos súper explotados, sin
derechos elementales como la sindicalización, derecho a plazas permanentes y la
contratación colectiva, un salario digno, seguridad social y el derecho a la
salud, sometiéndonos a esquemas de contratación como el outsourcing, la contratación a prueba, temporal o por “prestación
de servicios”, atropellos avalados en un sinnúmero de ocasiones por sindicatos
blancos al servicio de los patrones y por las juntas de conciliación y
arbitraje. Y es que para los patrones y los gobernantes, los trabajadores y
sobre todo los jóvenes, empujados por el hambre y la necesidad al trabajo, no
somos más que mercancías desechables, reemplazables por un número indefinido de
jóvenes más formados en la larga fila del desempleo, esperando su turno para
gozar del “derecho” a ser explotados en las fábricas, los call centers, los
servicios y el trabajo terciarizado, la maquila, etc. en las peores
condiciones.
Las muertes constantes de mineros en los “pocitos” de carbón, como en
Pasta de Conchos, son una muestra del trato y las precarias condiciones en que
los jóvenes y trabajadores nos vemos obligados a laborar, sometidos a una
legislación hecha para que las muertes mineras sean más baratas que las
condiciones de seguridad mínimas y en que los derechos de la clase trabajadora
no son más que letra muerta. Las autoridades, preocupadas por responder a los
intereses y exigencias de la patronal, ya que no podría ser de otra forma, continúan
atacando nuestros derechos y conquistas o lo que queda de ellas, como sucedió
con la extinción de Luz y Fuerza del Centro y el despido injustificado de más
de 40 mil trabajadores, como sucede con la amenaza de liquidación de los
trabajadores del IMSS, con la ofensiva a los trabajadores del magisterio a través
de la ACE y las medidas derivadas de la misma.
Esta ofensiva se expresa con la aprobación de la reforma laboral, que
nos dejará sin derecho a la
sindicalización y a la huelga, con contratos a prueba y salarios de hambre,
desprotegidos ante los despidos de la patronal, sin prestaciones, sometiéndonos
así a la nula estabilidad laboral. Esto se expresa con la reforma al sistema de
pensiones que terminará dejándonos a las jóvenes generaciones sin atención a la
salud, pensión o jubilación suficientes; la reforma fiscal, que incrementará y
creará una serie de impuestos que recaerán sobre nosotros, descontando o
condonando a los monopolios y oligopolios,
el pago de los mismos, haciéndonos pagar la crisis de los capitalistas. A esto
se suma el mermado poder adquisitivo de nuestros míseros salarios, deteriorados
en 75% los últimos 25 años, 42.1% sólo durante el último año. Esto mientras la
inflación avanza, dejándonos sin posibilidad de adquirir siquiera la canasta
básica, dejándonos en la miseria y la pobreza alimentaria.
La situación se agrava entre las mujeres jóvenes, incorporadas durante
las últimas décadas al campo laboral en condiciones extremas de precarización,
golpeadas hoy por la crisis que afecta aquellos sectores en que la mano de obra
es preponderantemente femenina, como en la industria textil. Esta situación se
recrudece doblemente para las mujeres trabajadoras que ganan menos por el mismo
trabajo que los varones y ocupan puestos en peores condiciones, potenciado por
el hecho de que una cantidad enorme de mujeres jóvenes, son madres solteras que
se ven obligadas a trabajar bajo estas condiciones para sostener a su familia,
soportando además la doble jornada laboral en el hogar.
Ante
estas condiciones súper explotadoras y los bajos salarios a los que estamos
sometidos el grueso de la juventud trabajadora, tenemos que levantar un programa que luche contra la precarización del
trabajo que aumenta las ganancias de los capitalistas a costa de nuestra calidad
de vida. Ante la crisis y la ofensiva de los capitalistas, es necesario hacerse
de un programa de emergencia que parta de la defensa de los más elementales
derechos laborales que la clase obrera conquistó a sangre y fuego, luego de
arduas batallas, derechos que los patrones hoy nos quieren arrebatar. Esto
implica luchar por echar abajo la actual reforma laboral, por la defensa del
derecho a organizarnos en sindicatos que nos sirvan como herramientas de lucha
y que estén al servicio de defender nuestros intereses y no de los intereses de
la burocracia ni la patronal. Pasa también por la lucha contra la burocracia
sindical y por la democratización de las organizaciones sindicales, por defender
el derecho a huelga como nuestro método de lucha y defender a pulso la contratación
colectiva para hacer frente a las condiciones leoninas que los patrones buscan
imponernos y por la estabilidad en el trabajo que nos garantice la
subsistencia.
Partiendo
de un programa que defienda las conquistas más elementales, hay que plantearnos
una lucha porque la crisis la paguen los capitalistas, responsables de la misma
a causa de su asquerosa sed de ganancia a toda costa. Contra el desempleo y el
trabajo precarizado, los trabajadores jóvenes debemos apuntar al reparto de las
horas de trabajo entre todas las manos disponibles, terminando con la
desocupación y el hambre, tendiendo a reducir la jornada de trabajo, sin
reducción de los salarios, a costa de las ganancias patronales. Es urgente luchar
además contra el trabajo precario, porque el trabajo sea digno, que no nos
arrebate las energías de nuestra juventud en fábricas, call centers y maquilas
en condiciones denigrantes, por el fin del outsourcing y la tercerización. Por
ello ante los salarios de hambre, hay que luchar por un aumento salarial de
emergencia y a partir de ello, escala móvil de salarios con aumentos de acuerdo
al costo de la vida y el alza de precios.
Asimismo,
en respuesta a la situación de las mujeres y jóvenes trabajadoras, es preciso
luchar por la igualdad de salarios, por guarderías, comedores y lavanderías
públicas y gratuitas, con subsidios del Estado y con recursos bajo control de
los trabajadores que provengan de impuestos a las grandes fortunas patronales.
En la lucha contra las condiciones económicas y sociales que dan paso a la
opresión de las mujeres y buscando su desaparición, abriremos el camino para el
desarrollo de la verdadera igualdad, hacia la consecución de la desaparición de
la opresión a las mujeres. Como decía Trotsky, “esta juventud sin derechos
constituye en la historia un factor explosivo de primer orden”, este es el
potencial que queremos poner en juego.
Una juventud
internacionalista y antiimperialista
Para poner en pie una verdadera Juventud Anticapitalista, Socialista y
Revolucionaria en un país como el nuestro sometido desde siempre al
imperialismo, es necesario hacerlo con base en una clara y bien cimentada
definición antiimperialista e internacionalista, desde una juventud que se
proponga luchar contra la expoliación de las riquezas y recursos naturales por
parte de las empresas transnacionales de los países imperialistas que, a través
de la imposición de tratados como el TLC y el Plan Mérida subordinan nuestros
países a los intereses económicos de los imperialismos europeos y yanqui. Una
juventud que combata las medidas de corte represivo que, disfrazadas bajo el
discurso de la cooperación en materia de seguridad o del combate al crimen
organizado como la militarización, nos imponen a través de gobiernos lacayos a
su servicio, para garantizar sus grandes negocios en la región. El imperialismo
es capaz de todo con tal de conservar su hegemonía y garantizar sus intereses a
costa de la opresión y la represión de los pueblos sometidos. Basta recordar que
el imperialismo estadounidense apoyó directamente el golpe de estado de 1973 en
Chile a fin de cortar de tajo la lucha de los trabajadores chilenos y que llevó
a la instauración de la dictadura pinochetista; apoyó las dictaduras militares
latinoamericanas y la intervención en Haití con la MINUSTAH con el pretexto de
la ayuda humanitaria. O bien mirar el soporte por parte del imperialismo yanqui
y los distintos imperialismos europeos del genocida Estado sionista de Israel
para apoderarse del territorio palestino a costa de la vida de su pueblo, el
apoyo a las dictaduras del Magreb derribadas por la Primavera Árabe en 2011 o
bien la intervención militar de la OTAN en Libia con la intención de apagar el
gran incendio revolucionario del norte de África y Medio Oriente.
Y es que para luchar por la resolución de las demandas más sentidas de
los trabajadores, la juventud y el pueblo pobre hay que hacerlo pensando en que
darles respuesta cabal es imposible en una semi colonia como México sin tocar
los intereses económicos y políticos del imperialismo y sin enfrentarse a los
ataques del mismo. Esto, en México, quiere decir luchar contra la injerencia
imperialista en el país implementada a través de agencias como la CIA o el FBI
bajo pretexto de la “colaboración” bilateral en materia de seguridad. Por la
expulsión inmediata de todos los agentes del imperialismo en el país, es parte
del programa que debe levantar una juventud antiimperialista, además de dar la
lucha contra la militarización del país mandatada, planificada y financiada
desde Washington con mecanismos como la Iniciativa Mérida, oponiéndose desde
ahí a la política militarista, injerencista e intervencionista en
Centroamérica, el Caribe y toda América Latina. Hay que levantar la lucha por
la cancelación de la Iniciativa Mérida y la ruptura de toda “cooperación” en el
campo del combate al narcotráfico en México y en la región, contra las
maniobras militares de las fuerzas represivas yanquis y las 47 bases
imperialistas en la región, estadounidenses en su mayoría, entre ellas
Guantánamo, por la salida de las tropas en Haití y la recientemente pactada en
la frontera mexicana con Guatemala.
Esta lucha partirá de combatir la injerencia e intervencionismo en
Latinoamérica, como la juventud de los 60’s que se opuso y combatió contra la
guerra de Vietnam luchando contra toda intentona barbárica imperialista para
imponer sus condiciones en cualquier región y contra los pueblos oprimidos. Por
eso hay que decir a plenos pulmones ¡Abajo los ataques de la OTAN contra la
lucha de los trabajadores y el pueblo libio! ¡Fuera tropas de Afganistán e Irak!
¡Alto al genocidio del pueblo palestino! Junto a ello hay que luchar contra la
expoliación, el saqueo de nuestros recursos naturales, por la cancelación del
TLC, el Plan Mérida y todos los tratados y medidas que subordinan nuestros
países económicamente y políticamente a favor del imperialismo. Esta
perspectiva conlleva la lucha por los derechos de los trabajadores migrantes
ilegales que, provenientes de toda Latinoamérica y obligados a cruzar la
frontera norte para escapar de las condiciones de miseria en que les han dejado
los planes de saqueo imperialista, ven pisoteados sus elementales derechos
democráticos, sus derechos humanos y trabajan en condiciones de explotación
extraordinarias, sometidos además a la criminalización y a la represión cuando
no son más necesarios a ojos de los capitalistas.
¡Abajo las fronteras
en la lucha contra el capital! es parte de las banderas que orgullosamente
levantará esta juventud internacionalista, como parte de la necesaria lucha
internacional de los trabajadores, los explotados y los oprimidos contra el
capitalismo imperialista. Es necesario que esta juventud se dé a la
reconstrucción del internacionalismo, como esencia fundamental en las luchas de
los jóvenes, los trabajadores y los pueblos oprimidos en la búsqueda de su
emancipación a lo largo del siglo xx. Cada batalla de los explotados y
oprimidos en cualquier lugar del mundo será abrazada solidariamente por esta
juventud anticapitalista, socialista y revolucionaria, que hará lo posible por
aprender de sus triunfos y sus derrotas, sabiendo que los explotados tienen un
enemigo común, el capitalismo y sus agentes. Todas las fuerzas contra el
imperialismo, todas las lecciones recuperadas y la solidaridad puestas al
servicio de las luchas por venir para contribuir a la organización internacional
de los explotados y oprimidos en su lucha por la emancipación.
Una juventud que luche contra la
devastación ambiental
En
nuestra época, son de enorme importancia los problemas derivados del deterioro
planetario: calentamiento global, devastación
forestal, pérdida de biodiversidad, etc. Ante ello, los grandes medios de
comunicación, asociaciones civiles y gobiernos lanzan campañas de
“concientización” sobre la “responsabilidad común” de la catástrofe ambiental
invitando al “uso racional” de recursos naturales, ahorro del agua, de
electricidad; separación de residuos sólidos, etc. Sin embargo, a lo largo del
mundo millones de voces denuncian la destrucción planetaria por parte de los
grandes capitales que, a través de la industria, depredan al planeta con el
afán de continuar aumentando sus ganancias. Son los grandes intereses
económicos los que consumen y agotan los recursos del planeta para sostener la
producción de gigantescas cantidades de mercancías, motor de la economía
capitalista.
Por ello
consideramos que las luchas a ecologistas no se pueden reducir al plano de la
conciencia y las acciones individuales. La lucha por preservar nuestro planeta
debe cuestionar las raíces de la devastación ambiental: la sed de ganancias
capitalista. Las luchas en
defensa del ambiente se han extendido por todo el mundo abracando un amplio
espectro de sectores sociales: desde campesinos afectados por la tala
inmoderada, despojados de sus recursos naturales, hasta a los habitantes de los
centros urbanos afectados por el incorrecto manejo de los desechos
contaminantes. En México es conocido el reciente caso de la comunidad de
Huexca, Morelos, que demanda el cese de la construcción de una termoeléctrica
que pondría en riesgo sus acuíferos y sus parcelas; la región de Wirikuta
amenazada por la minería, así como los pobladores de la Gloria del Valle de
Perote, Veracruz afectados por la instalación de las granjas industriales
Caroll, etc.
Ante
este panorama consideramos indispensable que los jóvenes tomemos parte en la
lucha contra la devastación ambiental. Para ello es necesario pronunciarnos a favor
de la autodeterminación de los pueblos indígenas y por el respeto a sus recursos naturales. Debemos denunciar la voracidad de las
transnacionales que depredan nuestros recursos: en defensa del suelo y del
agua. Asimismo, es fundamental terminar con el control monopólico y
privado de las energías no renovables, que están además agotándose. En México,
el intento de privatización del petróleo y la electricidad sigue avanzando.
Esto deja la puerta abierta al uso anárquico y desproporcionado de los
recursos, mientras se encarece el precio de los combustibles. A ello, oponemos la
renacionalización de las industrias estratégicas (petróleo, gas, etc.) sin
indemnización y bajo control de sus trabajadores, que junto a los usuarios
discutan en comités conjuntos, un gran plan de obras públicas, para tratar de garantizar un uso
racional en beneficio de la sociedad.
Para
ello es necesario que se teja una alianza con las comunidades y organizaciones
indígenas y campesinas que luchan pero sobre todo con la clase trabajadora
quienes, a través de sus métodos de lucha pueden paralizar los resortes de la
maquinaria capitalista. Esto combinado con la lucha por poner la ciencia y la
técnica al servicio de los trabajadores y el pueblo, pues bajo el dominio
político de la burguesía, éstas están el día de hoy puestas en manos de unos
cantos que las utilizan para satisfacer su sed de ganancias. Ejemplo de ello es
el uso de las tecnologías nucleares en la fabricación de armas de destrucción
masiva. Mientras millones mueren a lo largo del mundo por enfermedades curables,
los centros de investigación médica se dedican a la fabricación de armas
biológicas.
Por
ello, la juventud debe
abrazar la defensa del planeta desde una perspectiva
anticapitalista e independiente. Independiente de las trampas que intenta
ponernos el sistema capitalista a través del llamado “capitalismo verde” (y de
las ONG´s como Green Peace que lo promueven) que es sólo una manera de
disfrazar la expoliación del planeta y además, una nueva fuente de ganancias.
Ejemplo de ello son los “bonos de carbono” acordados por los organismos
financieros internacionales en la COP16 y que buscan “vender” el derecho a
contaminar el aire. Nuestra perspectiva debe ser también contra estos
organismos que mediante REDD++ buscan apoderarse de los recursos de los pueblos
de las naciones dependientes. En
ese sentido la lucha ambientalista de la juventud debe ser una lucha
antiimperialista. Debemos
luchar contra la idea del “desarrollo sustentable” que anuncian los defensores
del sistema económico actual: no existe un desarrollo sustentable bajo el
capitalismo.
Por
ello, la solución de raíz a los enormes problemas ambientales que hoy nos
afectan es la destrucción de este sistema depredador que devora los recursos
finitos de nuestro planeta en su sed de ganancias infinitas. El sistema
capitalista que, en palabras de Marx, nació chorreando sangre y lodo por todos
los poros, no sólo explota a millones de seres humanos sino que además explota
el planeta al punto de la devastación. Este sistema debe ser rebasado y sustituido
por una economía planificada que pueda estar en armonía con la naturaleza al
tiempo que satisface las necesidades de toda la Humanidad y no sólo la sed de
ganancia de un puñado de capitalistas. Este sistema es el socialismo. Por ello
la lucha por el socialismo es la perspectiva que debemos tener para salvar a
nuestro planeta de la catástrofe que hoy lo amenaza.
Una Juventud
Anticapitalista, Socialista y Revolucionaria que luche por un gobierno de los
trabajadores y el pueblo pobre
Los jóvenes que nos levantamos hoy en todo el mundo en contra de la
crisis capitalista y sus consecuencias cuestionamos porqué mientras millones de
seres humanos en el mundo padecen hambre cargando sobre sus espaldas los costos
de la crisis económica, otros, unos pocos como los grandes banqueros y los
capitalistas dueños de los grandes monopolios y oligopolios, siguen gozando de
enormes ganancias. Ellos se benefician de los millonarios rescates que los
gobiernos y sus agentes en el Estado les proporcionan, arrebatándolos de los
bolsillos de la clase trabajadora, de los fondos para pensiones, para educación
y salud, incrementando el desempleo, recortando derechos laborales, las libertades
democráticas y una larga serie de medidas que nos dejan a los explotados y oprimidos
cada vez en peores condiciones de vida. Somos los trabajadores y el pueblo
pobre quienes generamos la riqueza que ellos extraen, y a quienes quieren
descargar la crisis que ellos generaron.
Todas estas son las consecuencias inevitables inherentes al sistema
capitalista y su funcionamiento anárquico, producto de la persecución
desquiciada de ganancias por parte de los empresarios, que se erige sobre la
colonización de naciones enteras, sobre la explotación y opresión de millones
de hombres y mujeres. Un sistema en que unos cuantos capitalistas, dueños de
los medios de producción, los servicios, las comunicaciones, las tierras y los
recursos naturales obtienen sus riquezas de la expoliación de territorios que
no les pertenecen y se apropian del trabajo ajeno realizado en las fábricas,
los talleres y centros de trabajo, por todos aquellos que cuentan únicamente
con su fuerza de trabajo para sobrevivir: la clase trabajadora.
Pero para seguir garantizando sus negocios y satisfacer su hambre de
ganancias a costa de la vida de millones de personas, los capitalistas cuentan
con una herramienta: el Estado burgués, hecho a la medida de sus necesidades,
nacido de la sociedad dividida en clases antagónicas, con intereses enteramente
contrapuestos e irreconciliables. El papel de este Estado es el de conservar el
orden, el estatus quo, lo cual, en una
sociedad donde han sido instituidas la desigualdad, la explotación, la opresión
y la represión, no puede significar otra cosa que su defensa y perpetuación en
beneficio de la clase explotadora y opresora: la burguesía. Los capitalistas tienen
muchos mecanismos de los cuales valerse para afianzar su dominación. Por poner
un ejemplo, están los grandes medios de comunicación que le sirven de sostén
ideológico, con partidos patronales e instituciones políticas que lo legitiman
y le permiten sostener la mascarada de la democracia debajo de la cual se
oculta la dictadura del capital. Este Estado nos tiende trampas por todos lados
y trata de hacernos creer que en los marcos de las instituciones de su propio
Estado y por las vías que nos ofrece se puede encontrar alguna solución a
nuestros sueños, necesidades y deseos. Pueden sostener regímenes y gobiernos
autoritarios y represivos como el del PRI durante 70 años o bien hacernos
pensar que, cambiando de gobierno y eligiendo a un partido o una figura
política “distinta” que tenga métodos y discursos distintos y nos prometa
hablar en nuestro nombre y velar por nosotros, estaremos en mejores condiciones
y nuestros derechos mejor protegidos. Pero ellos mismos, quienes se encargan de
poner las “reglas del juego” con que se disputan el botín, son también los
primeros en violarlas y en arrebatarnos los mínimos derechos y libertades democráticas
conquistadas. Los fraudes electorales del ’88, 2006 y la “imposición” del mejor
candidato para la burguesía en el presente 2012, nos dan cuenta de esto.
Cuando esto no es suficiente y surgen oposiciones y luchas de los que se
atreven a cuestionar el orden existente y se esfuerzan en subvertirlo, esta
misma burguesía reaccionaria recurre a la perversidad y crueldad para conservar
sus intereses. No tiene el mínimo empacho en utilizar la fuerza de sus aparatos
represivos, en colmar las calles de militares, policías y emprender la
represión contra quienes se atreven a cuestionar cualquier aspecto, por parcial
que sea, de la explotación y la miseria a que estamos sometidos. Lo han sufrido
en carne propia los jóvenes del ’68, los campesinos de Atenco, lo sufrieron en
Acteal y en Oaxaca en 2006, lo sufren nuestros hermanos de clase en África, el
Medio Oriente y nuestros compañeros jóvenes en Grecia y Chile.
Ante la incapacidad histórica de la burguesía como clase
para resolver esta crisis, sólo una perspectiva socialista, anticapitalista y
revolucionaria se presenta como alternativa para evitar nuevas catástrofes. Una
juventud revolucionaria no puede esperar que las soluciones vengan de un “capitalismo
humanizado”, ni puede depositar su confianza en las instituciones y los
sistemas de partidos patronales que ponen el Estado al servicio de los
intereses privados y de la clase privilegiada. Toda salida reformista no es más
que un espejismo y una utopía. Este sistema no se puede reformar: ni las
reformas cosméticas, ni los salvatajes, ni la intromisión del Estado en la
economía podrán dar una salida de fondo a esta crisis económica, ni resolver
las demandas más sentidas del pueblo trabajador y la juventud. Hay que luchar
por destruir este sistema de conjunto en una perspectiva revolucionaria, junto
a los trabajadores, sujeto social central para esta transformación por su lugar
en la producción capitalista.
En países como el nuestro, tenemos que lidiar además con la injerencia
política, militar y económica de los países imperialistas y sus empresas
transnacionales, sometidos a sus mandatos bajo la amenaza latente de sus botas
militares. De estas experiencias se desprende que no se puede confiar en los
políticos al servicio de la burguesía, sus diputados, senadores, funcionarios
ni en sus partidos políticos e instituciones. Todos ellos, por su propio
carácter de clase y su función como parte del aparato de dominación no tienen
ni la capacidad ni la voluntad de resolver los problemas planteados. La apuesta
es por ser independientes de todos los partidos patronales y figuras políticas
del régimen, confiando sólo en las fuerzas de la clase trabajadora, los
oprimidos y sus métodos de lucha.
Para conquistar cabalmente nuestras demandas,
para terminar con la desocupación, los míseros salarios y la precarización
laboral; para conquistar la educación irrestricta, la autodeterminación de los
pueblos indígenas, para liberarnos de todas las cadenas imperialistas y para enfrentar
a los grandes capitalistas; hay que estar preparados, hay que luchar por un
programa que plantee la nacionalización y la expropiación de las industrias
estratégicas como la minera, la petrolera, la eléctrica, la ferrocarrilera,
etc. Y porque estás estén bajo control
de sus trabajadores. Lo mismo que la banca cómplice del lavado de dinero y la
especulación, lo mismo que los servicios y los transportes. Hay que repartir
las horas de trabajo entre todos y con el mismo sueldo, expropiar a los
terratenientes y otorgar la tierra a los campesinos, dejar de pagar la deuda
externa, cancelar el TLC, la Iniciativa Mérida y expulsar a los agentes del
imperialismo del país.
Contra la voraz explotación y opresión
capitalistas hay que luchar no por paliar sus peores expresiones y hacerlo más
humano o por coexistir con él sin la perspectiva de destruirlo mediante la toma
del poder político para derribar sus instituciones. A diferencia de corrientes
que atacan parcialmente la miseria a que nos somete el capitalismo, luchando
por reformas que no acaban con la explotación o creando islas dentro de un mar
de capitalismo que amenaza con engullirlas, mientras que no se ataca el poder
de los capitalistas, hay que dar una batalla por la revolución social y por
derribar el Estado de los explotadores. Una lucha por un tipo de poder
distinto, basado en la más amplia y profunda democracia directa de los
organismos de autodeterminación de los explotados y oprimidos, en la
perspectiva de conquistar un gobierno de los trabajadores y el pueblo pobre.
Hoy
somos testigos del surgimiento de una nueva generación de jóvenes combativos que
pelean consecuentemente contra los planes del capitalismo, que lejos de conformarse,
institucionalizarse y adaptarse al sistema y sus miserias, se prepara para
combatirlo hasta sus últimas consecuencias. Siendo conscientes de estas
conclusiones y teniendo en cuenta la teoría y el legado histórico del marxismo
revolucionario, es que vemos que representan una inapreciable guía para la
acción y la práctica revolucionaria, por ello desde una gran Juventud
Anticapitalista, Socialista y Revolucionaria queremos apropiarnos de este
legado. Las ideas, la teoría y la experiencia revolucionaria de Marx, Engels,
Luxemburgo, Lenin y Trotsky, forjadas al calor de los grandes acontecimientos
revolucionarios del siglo XX como la Revolución de Octubre, la estrategia de la
revolución socialista, la lucha contra la degeneración burocrática estalinista
y los grandes problemas de la revolución mundial son parte del legado que a la
luz de la situación internacional muestran su actualidad y vigencia.
Aportaremos nuestra energía y espíritu de lucha para construir esta
organización de la juventud, como parte de la perspectiva por construir un partido
revolucionario, internacionalista y socialista, que sea herramienta clave en la
lucha de clases y la estrategia revolucionaria, en el periodo que se ha abierto
luego de la crisis económica, una herramienta que nos permita preparar la
victoria, que nos ayude a vencer en la toma efectiva del poder y la disolución
de las cadenas de explotación del sistema capitalista. Queremos avanzar en la
construcción de esta herramienta que nos ha dejado como lección fundamental el
legado de las revoluciones y la lucha de clases en el siglo xx. No queremos ser un colectivo más, queremos confluir con
los jóvenes desarrollen la mayor perspicacia, lo más combativos, con lo más
ofensivo de una generación que abrace la perspectiva histórica de dedicar su
vida a luchar por la revolución y barrer con todos los lastres que nos ha
dejado esta sociedad de explotación, hambre y miseria. En esta tarea nos
hermanamos con organizaciones de la juventud revolucionaria en Europa, al Norte
del canal de Panamá y al sur de América Latina, como los son en Argentina los
compañeros de la juventud del PTS, o la juventud Sin Miedo en Chile y otros
compañeros en Brasil, Bolivia, el Estado Español y Francia.
A toda la juventud que deseé organizarse en esta
perspectiva y luchar por la toma del poder en la perspectiva de levantar un gobierno
de los trabajadores y el pueblo pobre; a todos los jóvenes que estén dispuestos
a luchar por la revolución socialista y la disolución de las relaciones entre
explotadores y explotados, los convocamos a abrazar este programa y avanzar conjuntamente
en las experiencias y lecciones, tanto tácticas como estratégicas de las luchas
que se han abierto en el último periodo.
¡Por una Juventud Anticapitalista, Socialista y
Revolucionaria!
Octubre, 2012