ContraCorriente en la Portada de la Jornada del 10 de Noviembre de 2010 durante la Marcha en solidaridad con los estudiantes de la UACJ, contra la militarización y las masacres de jóvenes.)
Aparentemente no hay un registro exacto de víctimas de la guerra contra el narco impulsada por el gobierno. Felipe Calderón reconoció 28 mil muertes que ahora llaman “daños colaterales”, aunque en realidad son los miles de asesinatos no investigados por las procuradurías.
Los familiares afectados, algunos diputados y la CNDH han denunciado, que en muchos casos se altera incluso la identidad de las víctimas, para incluirlos en los miles de mexicanos prescindibles, incluidos en las listas de sicarios, que en la lógica de la guerra contra el narcotráfico son “carne de cañón”.
Recientemente, el pasado 29 de octubre, la Policía Federal disparó en contra de los participantes de una Caminata contra la muerte en Ciudad Juárez, baleando por la espalda a Darío Álvarez de 19 años, estudiante de sociología de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, violando además, la autonomía universitaria. Esto es una clara muestra de que la militarización que se escuda en la “guerra contra el narco” busca reprimir y atacar, con toda la fuerza del estado, a la juventud, los trabajadores y los sectores populares. Pero este hecho tiene numerosos antecedentes en los meses previos.
El 4 de abril dos niños de 5 y 9 años murieron por los disparos de soldados en contra de una familia que viajaba a Matamoros tras un retén por la carretera Ribereña. El 3 de septiembre de 2009, 18 jóvenes fueron fusilados en el Centro de Rehabilitación para Drogadictos El Aliviane de Ciudad Juárez. Dos jóvenes estudiantes del Tecnológico de Monterrey, que al quedar en medio de un enfrentamiento entre sicarios y ejército, fueron asesinados por militares, el 19 de marzo pasado. El 22 de octubre, 14 jóvenes murieron asesinados y 20 más resultaron heridos, cuando un grupo armado ingresó a dos viviendas de Ciudad Juárez donde había una fiesta y disparó indiscriminadamente contra todos. Seis jóvenes acribillados el 27 de octubre pasado, en el barrio de Tepito, cuando un comando disparó contra un grupo de siete personas, donde sólo sobrevivió uno de ellos.
Todas son víctimas de la militarización y la acción del ejército. “Uso indiscriminado de la fuerza pública”, dice con moderación la CNDH de algunos casos. Pero en realidad, estos hechos destapan el alarmante aumento de jóvenes asesinados durante el sexenio actual, llamados ya juvenicidios, donde el gobierno no puede probar alguna vinculación criminal de las víctimas e intenta diluir todos estos crímenes en notas rojas.
Lo que si queda claro es la impunidad que prevalece en el Estado; con sólo 200 averiguaciones previas en cuatro años, para las casi 30 mil muertes pendientes de investigación, lo que hace un 95% de asesinatos impunes. Es decir, cientos de criminales militares y policías involucrados que están sin castigo.
Además, tres mil 700 menores han quedado huérfanos de uno o ambos padres en el mismo contexto y más de 400 niños, niñas y adolescentes han sido reclutados actualmente por el crimen organizado, tan sólo en Ciudad Juárez.
Ser joven, pobre y vivir en México equivale a una sentencia de muerte
El asesinato de miles de jóvenes es una realidad frente al millonario negocio del narco que cuenta con innumerables ramificaciones con sectores del propio Estado. En México cerca del 5% del PIB, el equivalente a unos 49 mil 342 millones de dólares anuales, son las ganancias del narcotráfico, de las cuales el 85% se quedan en los Estados Unidos y sólo el 1% es incautado por autoridades mexicanas.
Cualquier iniciativa legislativa para combatir el lavado de dinero, no combate a fondo los profundos vínculos del narco con asociaciones religiosas, partidos políticos, candidatos a puestos de elección popular e instituciones públicas y privadas. Pero sobre todo, no tiene la intención de acabar con las millonarias fortunas generadas por este mercado, de ahí la oposición reciente a la posible despenalización de la mariguana en Estados Unidos.
Fuertes han sido las acusaciones hacia los líderes de la iglesia en el norte del país, en relación al vínculo con grandes líderes del crimen organizado. El arzobispo de Durango reconoció públicamente conocer al Chapo y son por todos conocidas las cuantiosas sumas de dinero recibidas por la Iglesia para construcciones en el norte del país. Es solo el ejemplo de una institución, ante los muchos que existen en todo el país.
La violencia es inherente al estado capitalista y se ha profundizado en medio de la fuerte derechización del gobierno panista y su política antidemocrática y de militarización en todo México. Esta situación de ofensiva represiva y militarizada contra la juventud, debe llevarnos a cuestionar la violencia de las políticas laborales y económicas contra los trabajadores y el pueblo oprimido: La extinción de Luz y Fuerza, la impunidad patronal en Pasta de Conchos, el fortalecimiento de los grupos paramilitares en Chiapas, Guerrero, Oaxaca y Michoacán; la negligencia gubernamental en las guarderías del país, que derivó en la tragedia de la ABC; la militarización de todo el país que ha ocasionado violaciones de mujeres, asesinatos y heridos de la población; los miles de jóvenes rechazados de la educación, el fortalecimiento de las fronteras, con múltiples violaciones a derechos de miles de migrantes; los feminicidios en todo el país; las mujeres presas por aborto (niñas criminalizadas de hasta 12 años); la protección a pederastas a manos del gobierno y la Iglesia, etc.
Desde este punto de vista, llamemos a la juventud a la organización y movilización contra la militarización y por su derecho a la vida; por su derecho a una vida con educación, salud, trabajo, diversión y cultura, sin represión, sin exclusión.
Por una juventud organizada contra los planes del imperialismo que se profundizan bajo el gobierno de Calderón:
¡Alto a la militarización del país!
¡Fuera el ejército de las calles!
¡Repudiemos toda clase de criminalización de la juventud
y de los luchadores sociales!
¡Exijamos Juicio y castigo a los asesinos de la juventud, las mujeres y el pueblo trabajador en Cd. Juárez!
¡Abajo las leyes xenófobas, racistas y anti-migarantes!
¡Alto la paramilitarización de las fronteras!
¡Por la movilización y la lucha para enfrentar los planes del gobierno y la crisis capitalista!
¡Por la resistencia a los planes imperialistas!
Pan y Rosas ContraCorriente
No hay comentarios:
Publicar un comentario