Por Eduardo Castel
Más de 30 mil muertes es el saldo de la llamada “guerra contra el narcotráfico” emprendida por el Gobierno Federal. Esta guerra entre los sicarios y el ejército, también ha golpeado duramente a las clases populares y a la juventud. Basta recordar a las trabajadoras de la maquiladora Ottawa Eagle que fueron baleadas en los camiones que las transportaban en Ciudad Juárez, los 2 estudiantes del Tecnológico de Monterrey, los jóvenes de Villa Salvacar asesinados en una fiesta, aquellos que fueron acribillados en un centro de rehabilitación, así como familias enteras masacradas en los retenes del ejército, entre muchos otros ejemplos. Tan sólo en 2010, según cifras de las propias secretarías de Defensa Nacional, Marina, Seguridad Pública Federal y Gobernación, hubo 15 273 decesos relacionados a la narcoguerra (donde no hay cifras oficiales respecto a cuantos caen victimas del fuego cruzado o directamente asesinados por el ejército) convirtiéndolo en el año más violento.
Se calcula que 13 mil de las víctimas jóvenes o niños. A este fenómeno se le ha empezado a llamar “juvenicidio”, lo cual, busca denunciar la criminal responsabilidad del estado en la situación de la juventud, un sector de la población fuertemente golpeado por el desempleo, la exclusión de las escuelas públicas mediante exámenes como el del CENEVAL, el empleo precarizado, etc. Esta penosa situación, en muchos casos les orilla, lamentablemente, a enrolarse como “carne de cañón”, convirtiéndose en empleados y sicarios de los señores del narco, ejecutores de acciones execrables contra de las vidas de mujeres, niños, campesinos, migrantes y trabajadores.
Sin embargo, los entusiastas promotores de “la lucha contra el crimen organizado” se han caracterizado por un desprecio absoluto hacia las vidas de la población afectada haciéndolos aparecer como “daños colaterales” o costos necesarios por estar (supuestamente) involucrados con pandillas y los carteles de la droga. Lo mismo se infiere sobre quienes quedan en el fuego cruzado. Bajo esta postura intentan criminalizar a la juventud y reprimirla impunemente. Ahora, la propaganda oficial y los medios de comunicación hablan de bajar la edad condenatoria para los menores de edad y de aumentar las puniciones en el sistema judicial. Todas medidas que se aplicaran principalmente a los trabajadores, la juventud y el pueblo pobre.
Y es que uno de los resultados de esta guerra contra el crimen es el intento de criminalizar la protesta social y militarizar al país, intentando prohibir y reprimiendo marchas y manifestaciones, continuando con cientos de presos políticos en las cárceles del país, con desapariciones forzadas de personas al mismo tiempo que solapan la acción de grupos de choque y paramilitares. Por otro lado, nada se dice de la complicidad de los señores de la droga con altos funcionarios de gobierno así como con grupos políticos y religiosos que les brindan protección.
Esta violencia ejercida contra la población, so pretexto de combatir el tráfico de drogas, no es exclusiva de nuestro país. Recientemente, en Brasil, Lula Da Silva desplegó a las fuerzas militares en las favelas, barrios populares del país sudamericano. Esta es la manera en que el sistema capitalista y la clase dominante garantizan su dominio. Lo único que nos reservan a los oprimidos es desprecio por nuestras vidas, criminalización de la juventud y de la protesta social, feminicidios, injusticia para nuestros hermanos de clase e impunidad para los criminales.
En defensa de la juventud y contra la militarización del país.
El día 29 de octubre, la Policía federal disparó contra la 11ª Caminata Contra la Muerte además de arremeter contra los asistentes quienes intentaron refugiarse en las instalaciones de UACJ cuya autonomía no fue respetada por los elementos del cuerpo represivo. En la represión, resultó gravemente herido el estudiante de 19 años, Darío Álvarez, al recibir un tiro en la espalda.
Ante esta situación estudiantes de la UNAM, UAM, UACM, e IPN hemos conformado la Coordinadora Metropolitana Contra la Militarización (COMECOM) que ha venido pronunciándose por la defesa de las autonomías universitarias, contra la militarización del país, en solidaridad con Ciudad Juárez y contra los juvenicidios. En sus pocas semanas de existencia, la COMECOM ha convocado ya a 3 caminatas nocturnas en Ciudad Universitaria como réplica a las realizadas por los estudiantes juarenses. Asimismo, participamos en dos importantes movilizaciones. La primera el 9 de noviembre, tras la agresión a Darío, la siguiente el día 20 del mismo mes en apoyo a los estudiantes de Juárez, esta movilización fue reprimida por la policía y los granaderos del GDF.
Por un gran movimiento contra la militarización del país. Juicio y castigo a los culpables.
Recientemente, fuimos testigos del asesinato de Maricela Escobedo frente a la sede de Gobierno de la capital del estado de Chihuahua. Esto mientras se manifestaba para exigir castigo al asesino de su hija, Rubí, quien fue liberado a pesar de ser asesino confeso. Durante años Marisela llevó adelante una lucha incansable llegando incluso a dar mediante sus propios medios, con el paradero del asesino prófugo. Su historia no deja de recordarnos el caso de Miranda de Wallace. Ambas fueron amenazadas de muerte, ambas, con sus propios medios lograron lo que el sistema judicial no pudo o no quiso hacer. Sin embargo, ahí terminan las similitudes. El clamor de justicia de Marisela Escobedo, enfermera jubilada, no fue celebrado con un premio Nacional de Derechos Humanos que si recibió la empresaria. La madre de Rubí encontró la muerte, como muchos otros luchadores sociales. Ejemplo de ello es el asesinato, el pasado 6 de enero de la poetisa y valerosa activista contra los feminicidios, Susana Chávez, quien fue brutalmente violada, asesinada y cuya mano fue cercenada. Sin embrago, las autoridades judiciales de Juárez, donde ocurrió el crimen, tratan de hacer pasar el hecho como un “asunto de copas” asegurando que el asesinato nada tuvo que ver con su activismo.
Para nosotros la justicia solo puede ser conquistada mediante la organización y movilización independientes. Por ello, exigimos justicia para Susana, Marisela, Rubí y todas las víctimas de esta absurda guerra. ¡Alto a la criminalización de la protesta social! ¡Alto a los feminicidios y a la impunidad! ¡Juicio y castigo a los culpables! ¡Cárcel para los asesinos y sus cómplices y protectores en las esferas gubernamentales!
Desde la Agrupación Estudiantil Contra Corriente nos sumamos a la COMECOM, bajo la perspectiva de impulsar la organización independiente de un gran movimiento contra la militarización, donde participen los estudiantes y la juventud aliados a la clase obrera y las organizaciones sindicales, de derechos humanos, políticas y de izquierda. La masificación de un gran movimiento democrático es una enorme tarea que es fundamental fortalecer para lograr sacar al ejército de las calles y garantizar una gran lucha contra la militarización, la represión y la impunidad. En tu centro de estudio, te invitamos a participar de las reuniones y actividades culturales y la campaña gráfica que estaremos impulsando estas semanas; desde Contracorriente te convocamos a poner en pie una gran juventud organizada ante el ataque a nuestros derechos y los planes del gobierno, y a compartir desde esta agrupación una trinchera para organizarte y luchar.
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